Her,
es de esas películas que nos dejan pensando. O mejor dicho que nos hacen pensar
desde el primer momento. Es una película que, en mi caso, me invita a analizar
cada aspecto, cada detalle del mensaje, más allá de lo audiovisual. En ese
sentido creo que es casi un ensayo sociológico, que por algo ganó el Oscar a
Mejor Guión Original.
Es
difícil categorizar a un filme como “Her”, catalogada incluso como película
romántica. Tal vez pertenecería al género ciencia ficción. Pero creo que está tan
cerca de nuestra realidad, que deja de ser “futurística”. Al igual que “Farenheith 451” o “1984” y las novelas en las que se basan, me parece que pertenece al
género de películas que advierten o llaman la atención sobre la vida que
llevamos. Sería algo así como un cine “premonitorio” y contestatario, porque
asume una postura. Desde ese y muchos otros puntos de vista puede analizarse la
película de Spike Jonze.
Ya
en su inicio, la caracterización que hace Joaquin Phoenix nos anticipa el tema
del filme. Su rostro en primer plano representa al hombre solo, que minutos
después veremos transitar ensimismado cada uno de sus días en cada uno de sus
espacios. Creo que el gran tema de la película es la comunicación, o la
imposibilidad de ella, en una sociedad hipertecnológica que ha perdido la
conexión con ella misma.
En
los primeros minutos de la película el problema parecería que le atañe sólo al
protagonista, que paradójicamente trabaja en una empresa dedicada a escribir
cartas a mano pero a través de computadoras como corresponde a esta época.
Theodore es un hombre sensible, eso se nota desde un primer momento. Por eso las
emociones humanas, la pérdida y el encuentro con ellas, son el otro gran tema
de esta película.
¿Qué
sucede con las emociones cuando se pierde la comunicación y el contacto con los otros? ¿Por qué florecen los conflictos
entre las personas y se facilitan otro tipo de relaciones mediadas por la tecnología?
O como en este caso ¿qué puede pasar cuando los vínculos humanos dejan paso a amoríos
con sistemas operativos que comienzan a experimentar emociones y sentimientos, únicos reductos que hasta ahora
nos caracterizaban como especie?
Como
se puede advertir en el transcurso de la película, el problema no es solo del
protagonista. Como una lente, comienza a abrirse el foco y se puede ver a todo
un grupo humano que sufre el malestar del siglo XXI, la soledad. Al mismo
tiempo, acertadamente, se van mostrando rostros y cuerpos que irradian
humanidad: pieles arrugadas de personas de distintas razas y géneros, miradas, cuerpos, sentidos. Imágenes de niños,
ancianos, mujeres, hombres de cuerpos normales y con marcada expresividad en
sus rostros; manifestando así el contraste con la perfección y la frialdad de
la tecnología, la arquitectura de Los Ángeles y Shangai, y hasta la obsesiva
prolijidad del protagonista.
Pero
la película también es esperanzadora. El ser humano todavía tiene alma, puede
salvarse aunque solo se relacione afectivamente con un sistema operativo.
Lentamente las emociones de Theodore, adormecidas desde el pasado, vuelven a aparecer. Lo humano comienza a
ganarle la batalla a lo tecnológico, que resulta tener también sus propias
limitaciones. Por suerte.
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